Ha finalizado la emisión de la serie de Disney+ Obi-Wan Kenobi, con el estreno del sexto y último episodio. La ficción protagonizada por Ewan McGregor ha mostrado sus cartas semana tras semana y aquí vamos a analizar sus claves, además de contar qué nos ha parecido sin spoilers.
Un camino pedregoso
En 2005 llegó a las carteleras el Episodio III: La venganza de los Sith. El director George Lucas no lo tenía fácil, ya que con sus precuelas pretendía contar el pasado de todo un universo, además de intentar llegar a una nueva generación de espectadores que reclamaban nuevos efectos especiales.
La anterior cinta, El ataque de los clones, no fue plato de buen gusto para mucha gente, por lo que el Episodio III tenía que aplacarles. Y vaya si lo hizo, gracias a una labor épica que colocó a Hayden Christensen como el mejor Anakin que se podía recibir. Ahora sí, se entendía la tragedia y el sino de los Skywalker. Tras el enfrentamiento en Mustafar entre Obi-Wan y su aprendiz, ahora enemigo, las piezas quedaron sobre la mesa para que se rellenaran huecos gracias a cómics, películas y hasta videojuegos.
Disney, como actual depositaria de todo el vasto universo Star Wars podía hacer en cualquier momento un producto que contara las aventuras de Obi-Wan, ¿qué podía salir mal? A la vista está que prácticamente todo.
La serie ha sido un camino lleno de piedras que ahora comentaremos, con sus partes bonitas pero que deja la sensación de si realmente hacía falta pasar por esto.
El poder de un buen guion
«El peligro es el siguiente: cuando nuestra premisa es una idea que pensamos que debemos demostrar al mundo y diseñamos nuestro relato como un certificado irrechazable de esa idea, nos embarcamos en la didáctica. En nuestro afán por convencer reducimos el poder del otro lado. Utilizamos mal nuestro arte, y abusamos de él para sermonear, y así nuestros guiones se convierten en películas de tesis, en sermones vagamente disfrazados cuando intentamos convertir al mundo de una única pincelada».
Son palabras de Robert McKee en su libro El guion, uno de los manuales más usados por la industria del cine. Es importante que un guion no sea un cúmulo de ideas vagas que vemos que nos intenta «sermonear».
El guion de Obi-Wan Kenobi, escrito por Joby Harold, Stuart Beattie, Hossein Ammini, Hannah Friedman y Andrew Stanton (la mente tras la saga Toy Story y cintas como Buscando a Nemo, John Carter o Wall-E) tiene innumerables flecos, decisiones muchas veces no acertadas que se dan en batallas entre personajes principales.
Además, la premisa inicial es una historia vista y leída muchas veces: el hombre atenazado por la culpa y retirado del mundo tendrá que volver para una última misión acompañado de un niño. Esto lo podemos ver en obras como el manga El lobo solitario y su cachorro, la película Logan o la misma serie The Mandalorian. Quizá podría haber funcionado otro argumento, pero nunca sabremos las opciones previas a la decisión final. Pero esperábamos algo diferente. Algo que hiciera que los fans de la saga vuelvan a su niñez, y que los niños se enganchen al gran mundo de Star Wars.
La música de Natalie Holt
La compositora británica había sorprendido con su partitura en la serie Loki, con una melodía cargada de misterio. En esta ocasión ha colaborado con el mítico John Williams y el resultado es insatisfactorio. La melodía principal carece de alma y épica y a las composiciones creadas solo por Holt les falta fuerza.
Durante las batallas la música es genérica, un mero acompañamiento para una acción que no da más de sí, tampoco en los momentos que pretenden emocionar al espectador. Solo cuando Williams pone al servicio algunos de sus temas más memorables es cuando la serie gana enteros y al menos logra que el corazón se encoja.
Una fotografía que no brilla
La imagen sobre estas líneas da buena cuenta de cómo desaprovechar a un director de fotografía como el coreano Chung Chung-hoon, conocido por estar tras Oldboy (Park Chan-wook), It (Andy Muschietti), Uncharted (Ruben Fleischer) o una película con tan buen dominio de la luz y los colores como es Última noche en el Soho de Edgar Wright. En Obi-Wan Kenobi las batallas abusan de la oscuridad, todo parece grabado en sets casi vacíos y solo cuando hay luz puede demostrar algo de técnica.Su trabajo en la serie sabe a poco, lo que es una constante en prácticamente todos los aspectos.
Unas actuaciones a la altura
Los actores y actrices son el corazón de la serie, y el aspecto que tiene detrás un mayor mimo. Ewan McGregor pese a estar lastrado por el guion demuestra que es un Obi-Wan impecable, los momentos emotivos se los carga a cuestas y en todos los episodios está a un gran nivel, también Joel Edgerton, Kumail Nanjiani, Indira Varma o Moses Ingram, esta última siendo una gran adición para la serie y que independientemente también de su guion e historia hace un papel muy interesante.
Qué decir también de Hayden Christensen o volver a oír la voz del veterano James Earl Jones, aspectos que vuelven a traer la magia del Star Wars que alguna vez nos enamoró.
La fuerza no está contigo, Deborah
Si a un guion muchas veces sin sentido y que va dando bandazos se une la fotografía tan poco acertada, efectos especiales muchas veces débiles y la música sin fuerza, mucha de la culpa recae en la persona coordinadora de todo, quien debe estar al tanto de la pulcritud y calidad del producto. La directora Deborah Chow ha entregado un trabajo que muchas veces raya en lo mediocre, con un estilo de dirección lleno de movimientos bruscos durante las set pieces de acción. No hay una personalidad fuerte detrás como por ejemplo en series como The Mandalorian, El libro de Boba Fett o las de animación (The Clone Wars, La Remesa Mala y Rebels) donde se nota la mano maestra de Dave Filoni y Jon Favreau. Es obvio que ambos no pueden involucrarse en todo lo que se haga en la saga pero no deja de ser una total decepción.
En resumidas cuentas
Seis episodios que han sabido a poco, con un camino lleno de piedras del que llegas cansado. Con la sensación siempre presente que pese a la pobreza argumental de las secuelas llevadas al cine por J. J. Abrams y Rian Johnson en el Episodio VIII, había un intento de hacer algo y llevar la saga a un término distinto. Obi-Wan Kenobi, en cambio, tenía todos los ingredientes para hacer vibrar a los fanáticos. Mostrar una historia llena de aventuras, grandes peleas de sables de luz, el terror de Darth Vader y el dominio de un imperio que tiene a toda la galaxia a sus pies, para al final realizar un plato que le falta cocción.
Mala suerte en esta ocasión para la Lucasfilm de Kathleen Kennedy. Esperemos que Andor o Ahsoka sean el puñetazo en la mesa que hace falta, o habrá que llamar a Filoni y Favreau para que arreglen siempre el estropicio.
Si quieres conocer más historias de Obi-Wan Kenobi aquí tienes nuestro artículo sobre sus cómics y lecturas complementarias.
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Suscribo todo. Buen análisis.