Antiguamente, los videojuegos eran más difíciles que ahora. Esto es un hecho. (De Dark Souls y su dificultad)
Puede que se debiera a la acotada jugabilidad (dadas las limitaciones de los sistemas de
aquel entonces), que requería de cierta precisión; o bien a que estaban pensados para
proporcionar menos horas originales de juego, exceptuando los juegos arcade. En
cualquier caso, es innegable que los videojuegos eran, como mínimo, más complicados en
aquella época.
La evolución a la sencillez
En algún momento, gracias a los avances de la tecnología con la que se trabaja en el
desarrollo de un videojuego y a las diferentes revisiones en materia de accesibilidad, los
videojuegos se fueron haciendo algo más sencillos. Por lo menos, empezaron a contar con
un sistema de selección de dificultad. ¿Quieres centrarte en la historia, sin que requiera
demasiado esfuerzo? Pon el juego en modo fácil, o normal. ¿Buscas un desafío mayor?
Entonces la dificultad «Difícil», y en adelante, están hechas para ti.
El nacimiento de un clásico
Aunque no todo iba a ser coser y cantar. Allá por 2009, un todavía-un-poco-verde
Hidetaka Miyazaki cayó (algo de rebote) en un proyecto que estaba a punto de ser
desechado. Tras dejarle trastear con lo que quedaba de este proyecto, salió a la luz un
nuevo juego en Japón, y posteriormente en el resto del mundo: Demon’s Souls. La premisa
de este juego era, sin entrar en mucho detalle, avanzar por las distintas zonas del reino de
Boletaria, aniquilando a todos los demonios que podamos para recolectar sus almas. Estas
sirven para poder comprar objetos, armas, mejoras de nuestro personaje, etc. Este juego,
que al principio pasó un poco desapercibido, acabó convirtiéndose en juego de culto y
sentando las bases de una saga que iba a hacer historia; su sucesor espiritual, Dark Souls.
Dark Souls supuso un antes y un después en la franquicia. Uno de los principales motivos
fue su altísima dificultad. Pero, ¿realmente es tan difícil Dark Souls?
La respuesta corta es: no.
La respuesta larga es: depende.
La mayor dificultad que ofrece el juego es su sistema de
pérdida de almas. Básicamente, si mueres, pierdes todas tus almas. No supone tanto
drama, porque se quedan exactamente donde moriste. El problema está en que, si vuelves
a morir y no has llegado a recuperar esas almas, las perderás para siempre. Ahora bien, el
juego no es «tan difícil». Al principio, sobre todo si es tu primera vez con un Souls, es
habitual morir con mucha frecuencia. Pero llega cierto punto en el que los enemigos dejan
de ser difíciles. Y no solo porque, probablemente, hayas subido las estadísticas; sino
porque vas aprendiendo a jugar. Ahí es donde radica la verdadera dificultad de Dark Souls:
su curva de dificultad se va reduciendo a medida que sube la de aprendizaje.
Evidentemente, por muy veterano que seas, siempre existe la posibilidad de que un error
de cálculo lleve a que tres aldeanos con hacha te arrinconen y te maten (para nada habla
la voz de la experiencia). Pero, en esencia, sabes acabar con esos enemigos. Y esto se
aplica también a los jefes.
¿Opciones de dificultad?
En torno a esta saga siempre ha habido un debate abierto: ¿debe incluir opciones de
dificultad? Mucha gente opina que así, puesto que permitiría que el juego fuese más
accesible a ese amplio grupo de jugadores que no están tan habituados a juegos tan
desafiantes. Y, normalmente, este argumento tiene mucho sentido. Pero en Dark Souls,
no tanto. Su mayor atractivo es, al final, lo «difícil» que resulta el juego. Precisamente,
salvo en algún caso excepcional (me viene a la mente algún jefe concreto, totalmente
opcional), el juego no castiga al jugador de manera injusta. Siempre se trata de un proceso
de prueba/error hasta que por fin das con la táctica necesaria para sobrepasar cualquier
situación.
En definitiva, Dark Souls no es difícil. Simplemente es exigente. Es un juego que te motiva
a repetir y reintentar las cosas, dándote al final una sensación de recompensa y progreso
enormemente gratificantes. Así que, si buscas un desafío que te anime a superarte, lo
tienes fácil: coge el mando, enciende tu consola y juega a Dark Souls.
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