Pinocho. El clásico de Disney que se estrenó en 1940 ha vuelto este año con dos nuevas versiones. La primera se estrenó a principios de diciembre en forma de live action. Ahora, Guillermo del Toro vuelve con su propia interpretación del clásico. La película, que se estrenará el próximo 25 de noviembre, cuenta en su reparto con caras muy conocidas que ponen voz a los personajes. Destacan Ewan McGregor en el papel del Grillo, David Bradley como Gepetto, Tilda Swinton como el espíritu y Finn Wolfhard como Polilla.
El Pinocho de Guillermo del Toro
Todos conocemos a este director y sus largometrajes con tramas ciertamente oscuras y personajes que dan escalofríos. Y en esta película no se ha apartado de su esencia, pese a que ha versionado un clásico para niños. Aunque quizás lo más adecuado sea empezar diciendo que esta nueva versión de la película no está dirigida a un público infantil. No solo por algunas escenas un tanto impactantes, sino también porque el filme tiene un alto contenido político. Pero a esto iremos más tarde.
La primera diferencia ya se ve en el comienzo. Mientras que en la original se ve como Gepetto ya ha creado a Pinocho, en esta nueva película el director dedica los primeros minutos a mostrar al que fue su hijo de verdad. Se toma su tiempo enseñando cómo es la vida de ambos, cómo la guerra se lo arrebata y cómo el personaje se hunde después. Solo entonces empieza a crear una versión del que fue su hijo.
Dentro de que esta es la diferencia más evidente, en toda la película se nota como está dirigida a los adultos por la forma de tratar los temas. En el clásico podemos ver un tono más infantil. Se utilizan escenas muy coloridas que logran que el conjunto sea amena y esté dirigida a los más pequeños. En la de Guillermo del Toro, sin embargo, la mayoría de las escenas son oscuras y se tratan los temas de la pérdida, la superación de la muerte de un hijo y el paso de la vida de una forma mucho más dura.
Una película más adulta
Como ya he mencionado esta no es una película infantil. Y esto queda claro en cuanto empieza y ves la tumba del que fue el hijo de Gepetto. Esa escena podría haber sido la única dedicada a contar que Carlo muere y ese es el detonante que su padre necesita para crear un niño de madera. Pero no es así. Y es que a diferencia de lo que ocurre en Disney, donde la gente muere pero no se enseña, aquí se muestra todo. Esta muerte no es la única que aparece en la película. La más violenta, a mi parecer, es la del dueño del circo. Y esto solo refuerza que esta no es una película para un público infantil.
También cabe destacar aquí el contenido político. Y es que a diferencia de la original, esta le da mucha importancia a ese aspecto, centrándose en él en gran parte de las escenas.
Quizás si pensamos en cuál sería la escena más dura del clásico de Disney se nos viene a la cabeza Pinocho fumando un puro. Y eso está muy lejos de lo que ocurre aquí, donde vemos desde armas hasta saludos fascistas. Y es que la película ocurre en la Italia de 1930, donde el fascismo estaba en auge.
Así, durante esta podemos ver a diferentes personajes ligados al régimen e incluso al propio líder fascista: Benito Mussolini. Su figura queda ridiculizada en la película, ya que crean una caricatura del dictador que resulta hasta infantil en ciertos momentos.
Enseñanzas
Sin embargo, si este filme destaca por algo es por la cantidad de enseñanzas constantes y metáforas que se muestran.
Lo más destacable es la importancia de la vida. A lo largo de las dos horas de duración se nos recuerda de una forma constante la importancia que esta tiene y lo frágil de la misma. Se nos dice que no tenemos todo el tiempo del mundo, y menos con la gente a la que queremos. Por ello, nos anima indirectamente a pasar todo el tiempo que podamos con nuestros seres queridos y a disfrutar de cada momento, ya que nunca sabemos cuando puede ser el último.
Esto se nos va recordando con el personaje de la esfinge, el cual utiliza los relojes de arena como una metáfora de que el tiempo va pasando. Aunque la cantidad de arena que queda por caer parezca mucha, no podemos dejar de vivir y hacer lo que nos gusta pensando que nos queda aún demasiado tiempo.
En cuanto al resto de metáforas, la más clara se produce con la figura del grillo, que se encuentra en gran parte de la película ubicado dentro de la madera donde se ubicaría el corazón de Pinocho. Grillo representa la voz interior que nos dice lo que debemos hacer. Es el que nos enseña a ser buenos, meditar nuestros actos y no salirnos del camino.
No es la única, ya que también en el interior de la ballena se muestra una enseñanza, y es que aunque todo está oscuro a lo lejos se ve un faro que da luz. Esto puede entenderse como que hasta en los momentos en los que nos encontramos más perdidos en la vida podemos hallar algo que nos guíe hasta donde realmente queremos llegar.
Esto es al final de lo que trata esta película: de un hombre que, para superar la muerte de un hijo, tuvo que crear otro. Esto nos enseña que no es fácil estar solos en la vida y que para poder seguir adelante a veces tenemos que crear algo a lo que poder aferrarnos.
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