Han pasado 60 años desde que la mujer más deseada y abusada del Hollywood clásico abandonó el mundo de los mortales. Aún así, Marilyn Monroe sigue galardonándose como uno de los grandes iconos del cine. Tal ha sido su fama que, además de acaparar las cámaras en éxitos como Niágara (1953) o Con faldas y a lo loco (1959), su imagen sigue siendo utilizada por artistas, empresas, y productoras. Porque ella siempre vende, y más ahora con el estreno de Blonde a la vuelta de la esquina.
Pero, ¿cómo una persona de carne y hueso se ha convertido en un producto, en vez de considerarse persona? Después de ver el tráiler de la nueva adaptación de Netflix, quise indagar un poco para sacar mis propias conclusiones. Si os gusta, estupendo. Y si no, pues a leer otra cosa.
Niebla en el alma
No voy a irme por las ramas respecto a la infancia de Norma Jean (nombre original de la actriz). Todos sabemos gracias a los 300 documentales sobre ella que tuvo una infancia difícil, yendo de casa en acogida en casa de acogida. Esta historia se vendió como un cuento de hadas a la audiencia, para conectar mejor con Marilyn y sentir que la conocen a nivel personal. Porque, como persona que ha crecido con Disney, ¿quién no quiere un final de cuentos de hadas? Al más puro estilo «Cenicienta», Marilyn Monroe pasó de tener una infancia casi insoportable a convertirse en la imagen de la época dorada de Hollywood.
Y muchas veces se veía atascada en ese mismo papel. Por ejemplo, en Cómo casarse con un millonario (1953), donde la chica se busca la vida para estar rodeada de lujos porque encuentra al hombre ideal. Pero esa imagen de princesa se evaporó cuando empezaron a venderla como objeto de deseo.
Eva al desnudo
A pesar de que la «revolución sexual» en Estados Unidos comienza técnicamente en los 60, Diez años antes Hollywood empieza a romper la frontera del puritanismo en el cine, principalmente porque se veían en competencia con las emisiones de la televisión (un poco lo que pasa ahora con plataformas como Netflix, HBO max, etc.). Y una de las herramientas fue Marilyn Monroe.
Antes de ser actriz, comenzó trabajando como modelo pin-up. Este concepto se vendía en la época como «mujer deseable y sexual, accesible para los hombres». Un ejemplo muy claro es el posado al desnudo que la artista hizo para Tom Kelly en 1948 cuando aún no era tan conocida. Le pagaron 50 dólares por las imágenes (tituladas Golden Dreams), y estas fueron utilizadas para hacer calendarios, un evento que escandalizó a las masas a principios de los 50 cuando salió a la luz. Ahora estas fotos se venden en subastas como Heritage Auctions (de donde he sacado la imagen) y se exponen en museos.
Y, adivina adivinanza… ¿qué revista es conocida por poner mujeres al desnudo? Playboy. Hugh Hefner, su fundador, aprovechando el reciente estrellato de Marilyn decide comprar los negativos a la compañía en 1953 para estrenar la polémica revista. Así es, señoras, señores y público variado: el primer número de Playboy tiene como protagonista a una mujer que no tuvo derecho a dar su consentimiento para publicar esas fotos, por no decir que tampoco obtuvo ningún beneficio económico. Se publicaron y vendieron unos 54.000 ejemplares a 50 centavos cada uno. Esta es la primera vez que se vende a la actriz como imagen fetiche, y todavía lo seguimos haciendo.
Aquí la estrella podría haberse apagado. Pero, en una entrevista con la periodista Aline Mosby, explicó lo siguiente según la revista Vanity Fair:
“Tenía deudas. Siempre dependí de mí misma. Nadie me ha mantenido en toda mi vida. No tenía familia. No tenía a dónde ir. Además, no me avergüenzo. No hice nada malo”.
Este comentario fue el primer granito de arena que convirtió a Marilyn en una figura sexual. Todo el mundo pensó que la actriz no tenía filtro en cuanto a sus deseos y por tanto, se convirtió en objeto a los ojos de la gente. Llegaron hasta tal punto que la veían más como un atrezzo en las películas que como una actriz en condiciones.
Años peligrosos
Uno de los ejemplos más claros son el testimonio de sus compañeros de trabajo. En Con faldas y a lo loco, Marilyn siempre llegaba tarde a los rodajes y tuvo muchos problemas con su compañero Tony Curtis y el director, Billy Wilder. Comentaban lo mal que actuaba, lo mucho que tardaba en llegar al rodaje… solo querían a la bomba rubia para tener un éxito asegurado. No me malinterpretéis, adoro esta película, pero si buscáis las anécdotas del rodaje muchos querrán sacarse los ojos después de leer los comentarios de los hombres hacia ella.
Que sí, no era la mujer más responsable del mundo y eran los 50, pero se pasaron cuatro pueblos. Como guinda del pastel, Marilyn sufrió un aborto durante el rodaje y nadie pareció tenerlo en cuenta. Cuando le preguntaron a Wilder si volvería a trabajar con ella, el directo aseguró que lo había consultado con su médico, su psiquiatra y un contable: «Todos me han dicho que soy demasiado viejo y demasiado rico como para someterme de nuevo a una prueba semejante». Curtis, por otro lado, comentó que besar a Marilyn fue como besar a Hitler.
Otra de las grandes perlas hacia la actriz vienen de parte de Laurence Olivier, director y co-protagonista en El príncipe y la corista (1957). Según él, Marilyn Monroe no es una actriz, sino una modelo que por circunstancias de la vida ha aterrizado en el cine y lo utiliza como escaparate para su imagen, pero que no quiere actuar. Os dejo por aquí las declaraciones de la entrevista en inglés. Los primeros 20 segundos no tienen desperdicio. Y como anécdota, añado que la película fue producida por Marilyn Monroe Productions. Que poco se habla de este negocio por parte de la actriz en una época dominada por hombres.
Los caballeros las prefieren rubias
Todo esto daba igual. Marilyn Monroe es una mujer joven, rubia, atractiva y con curvas. La fantasía de todo hombre a mediados del siglo 20. Un objeto de deseo que se mira, pero no se toca. La fantasía sexual que con una mirada te deja seco. Eso es Marilyn. Casi nunca se ha tenido en cuenta a Norma Jean. Esa chica no existe, porque no vende. Y es por eso que, a pesar de las dificultades en los rodajes, tener a Marilyn Monroe era más que necesario para hacer taquilla. Porque es el prototipo ideal, la femme fatale que roba los corazones de los hombres, ya que es ella quien seduce, no ellos.
Esta faceta se muestra, diría yo, en casi todas sus películas. Todos los planos y escenas, hasta el vestuario, están diseñados para desear a Marilyn.Pero otra cosa que forma parte de su «carácter seductor», es la inocencia. El prototipo de rubia tonta que suelta chistes, para que nos entendamos. En La tentación vive arriba (1955) se ve claramente cómo es objeto de deseo y realiza comentarios inocentes para ella, pero subidos de tono para el público general:
Río sin retorno
Pese a que muchas fuentes cercanas a la actriz la definían como una mujer astuta, esta faceta jamás se ha demostrado en las películas o entrevistas de la actriz. Y muchos piensan que lo hizo a propósito. Su éxito se debe a esta imagen, y se transforma cuando se encienden los focos. Solo en privado, Marilyn podía ser Norma Jean. Se vio forzada a interpretar un papel tanto dentro como fuera de la pantalla. Sabiendo que todo el mundo la consideraba una mala actriz, a mí me parece que dio el papel de su vida durante toda la existencia, haciendo creer que era la misma persona que sus personajes.
Una de las personas que destacó el tema fue el fotógrafo Richard Avedon, un viejo amigo de la actriz que la retrató en 1957. Ha sido la única persona que supo sacar a Norma Jean. A la chica que solo quería que la quisieran de verdad. Después de horas y horas posando, Avedon dijo que una agotada Marilyn Monroe desapareció, y era Norma Jean quien estaba sentada en una esquina, mirando a ninguna parte y con una expresión sincera, deseando que todo acabase.
Todo el exceso de trabajo, personificación y matrimonios fallidos llevaron, supuestamente, a que Marilyn Monroe se volviera adicta a las pastillas. No se sabe exactamente cómo las conseguía, pero su adicción no era un secreto. Mucho menos después de su muerte por sobredosis (aunque este tema sigue siendo un misterio) en 1962. Algunos dicen que fue suicidio, otros asesinato planeado por su previa aventura con el presidente norteamericano John Kennedy… pero no está del todo claro y no me voy a meter ahí. Solo quiero añadir estos detalles porque también han contribuido a su imagen inmortal, su cosificación. No hay nada más tentador que un caso sin resolver de una mujer que ya era objeto de todas las miradas. Y posteriormente, de todas las compañías.
Amor en conserva
La muerte de Marilyn Monroe fue tan popular como ella en vida. Quizá más por lo que pasó después. Básicamente, si ya estaba capitalizada cuando podía respirar, el uso de su imagen se convirtió en el pan de todos los días.
No es nada nuevo que se utilicen imágenes de artistas fallecidos. Pero lo de Marilyn Monroe fue revolucionario, y parece que va a ser eterno. Cuando Marilyn muere, deja atrás una fortuna de 800.000 dólares (unos 7 millones actuales), fortuna que dividió entre familia, amigos, y donaciones varias. Pero lo interesante es la propiedad intelectual. ¿Quién sería el dueño de Marilyn Monroe? Pues Lee Strasberg, su profesor de actuación, se quedó con el 75% de derechos y Marianne Kris, su psiquiatra, con el 25% restante.
Esta fue la cerilla que provocó el incendio. Pero este no comenzó a arder hasta 1982, con la muerte de Strasberg. Su segunda esposa, Anna Mizrahi, heredó esos derechos y decidió venderlos todos a Authentic Brands Group por un total estimado entre 20 y 30 millones de dólares. En 1992 Kriss también empezó a vender objetos personales de la actriz, como su licencia de conducir (145.000 dólares) y fotos de Marilyn con su perro (222.500 dólares). Este fue el comienzo de la fascinación actual por Marilyn Monroe, que todavía persiste. Quizá, de no ser por la venta de estos derechos, el icono rubio de Hollywood no sería tan popular, ni Andy Warhol, la habría utilizado para su famoso retrato (que se vendió hace unos meses por 200 millones de dólares). Pero nunca lo sabremos.
Se han hecho ya documentales y películas sobre la vida y misterios de Marilyn Monroe, y ahora Blonde aparece este 8 de septiembre como la nueva biopic de Netflix. Sabemos que exagerarán cosas (la magia del cine), que contarán anécdotas que ya sabemos, y un largo etcétera. No voy a juzgar la película sin verla. A lo mejor es fantástica. Pero nunca sabremos la verdad detrás de la máscara de Norma Jean. Así que os dejo un diálogo de la película Closer (2004), que creo que define a la perfección lo que siento sobre esto, y me marcho.
«-Anna me ha dicho que tu chico escribió un libro. ¿Es bueno?
-Por supuesto.
-Es sobre ti, ¿no?
-Algo de mí.
-¿Oh? ¿Qué ha dejado fuera?
-La verdad».
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